lunes, 18 de abril de 2011

Polvo eres...

El viernes murió mi abuela Julia.
Pienso en ella. He llorado mucho y lo hago ahora mientras escribo. Condición humana debe ser la del dolor.
 Recuerdo verla hace un mes en el Hospital mientras el médico nos decía que solo le quedaban unas horas de vida. Ella desmintió la predicción del doctor, y resistió. Nosotros hicimos lo mismo negándonos a dejarla ir; nunca se nos ocurrió que pudiéramos hacer otra cosa. Y así, el pasado Viernes, sin hacer ruido, se fue.
Tenia que morir, como yo tendré que hacerlo un día.
Como frustrado que no iletrado médico, podría hacer una precisa y técnica descripción de como la vida empieza a abandonar a sus más viejos amigos: el deteriorado sistema inmunológico y los viejos pulmones gastados no pueden resistir el asalto de los microbios, esto concluye en una neumonía de la que ya hablaba el Dr William Osler " como la "amiga de los ancianos". "Se los lleva con una enfermedad aguda, corta, con frecuencia no dolorosa, permitiéndoles escapar así a ese frío descenso gradual en la decrepitud, que hace tan angustiosa la última etapa."
Quizás fuese un accidente cerebrovascular, el déficit en la función neurológica, resultado de una disminución del flujo sanguíneo en una de las arterias que nutren el cerebro el que se llevo a mi abuela.
En definitiva lo que nos lleva a la muerte es la pérdida de oxígeno. La muerte se puede deber a una amplia variedad de enfermedades y trastornos, pero en todos los casos, la causa fisiológica subyacente es el colapso del ciclo de oxigenación corporal. Por simple que suene.
Nada puede retrasar el envejecimiento, sin embargo persistimos en nuestros vanos intentos de vivir lo más posible, sin querer reconciliarnos con el patrón inmutable de la naturaleza o lo que es lo mismo, beber de la "fuente de la eterna juventud", retrasar lo que está irrevocablemente ordenado.
 En todo ello hay una vanidad que nos degrada, o por lo menos no nos honra. "Los viejos -decía Tenysson- deben morir, o el mundo se agotaría y solo volvería a engendrar el pasado"
Cuando se acepta que la vida tiene unos límites claramente definidos, también se percibe su simetría. El hecho de que dispongamos de un tiempo limitado para hacer las cosas enriquecedoras en nuestra vida es lo que crea la urgencia de hacerlas, de otra manera podríamos estancarnos postergándolas.
Es por ello que a los que de vez en cuando leeis este panfleto os animo a que no estanqueis vuestros deseos, vuestros anhelos y aspiraciones, la vida es corta y yo me he enterado a los cuarenta y cinco, casi seis.
Decia la cumbia "Plátano maduro, no vuelve a verde, el tiempo que se va...no vuelve"
Que Dios ilumine tu camino abuela.
Buenas noches

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