domingo, 23 de julio de 2017

Hemingway y El Floridita.

Asco.
Eso es lo que me da todo lo que huela a revolución comunista.
Digo esto porque estoy viendo a un payaso en la segunda cadena de Televisión española que elogia las maravillas de la isla de Cuba. Un machango que cámara en ristre reporta las magnificencias de la que fuese nuestra pequeña perla del Caribe, y claro, como no, entre los muchos lugares de fama aparece el Floridita y allí, en la esquina, la estatua del escritor junto al retrato en blanco y negro del autor con el infame asesino Fidel Castro.
No deja de parecerme curioso que la revolución continúe en la mamadera de aquellos a los que obligo a irse.. Que aun hoy se siga viviendo de la Cuba en blanco y negro de antes de los barbudos. Todavía están las fotos con Spencer Tracy, Nat King Cole, Martino, Brando...y resto de jet que naturalmente nunca volvieron por allí después que los malnacidos tomasen el poder. De los coches, de las casas de la música que quedaron como ancladas en el 58 y que hoy son un espectáculo magnifico de miseria socialista.
Volviendo al hilo, mientras el cretino del presentador pide un "Daiquirí mucho bueno", la cámara hace un barrido por el bar. Apestado de turistas. Todos con cara de estar viviendo un momento histórico, antes de continuar babeando a intentar subir una mulata a su habitación del hotel. El gran burdel antillano y quien lo sostiene y alimenta: el turismo y sus dirigentes.
Los clientes, que abarrotan la barra del bar, se apiñan en busca del néctar que popularizase el escritor. Debe haber como ochenta o cien personas según se ve. Otra secuencia muestra un chef preparando langosta con yuca, mientras seis mulaticas cantan por Matamoros y un libidinoso grupo de jubilados con sombrero baila una especie de danza asquerosamente libidinosa
Son las actuales glorias de nuestra isla, las que elogia el bobotieso de apellido coreano "Chim" que conduce el programa. Claro, lo habrán puesto tibio a todo y habrá pensado que "esto es una maravilla" sin embargo no habla de la miseria que se vive en la isla que según me cuenta un amigo que viene de vez en cuando, está alcanzando los niveles del"periodo especial", no habla de los presos políticos, ni del esfuerzo diario del cubano de a pie para intentar "resolver" la comida del día. Triste, pero es lo que tenemos. Por eso nunca iré a Cuba. No quiero formar parte de esa maquinaria.
Cuando estuve en el instituto leí "El Viejo y el mar" y "Por quién doblan las campanas", entonces no sabía de la afinidad revolucionaria del suicida. Simpatizaba con ella y con muchos de sus dirigentes, pescaba con Fidel, y medraba en aguas comunistas con alegría. Una pena. Me gustaría saber que pensaría ahora, aunque lo puedo sospechar, seguramente sería lo mismo que tantos intelectuales progres tipo Garcia Marquez o Saramago que nunca condenaron la falta de libertad de la que tanto hacían gala en su demagogica verborragia
Buenas noches.

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